
Alimento imprescindible dentro de una dieta equilibrada y cardiosaludable por sus conocidos beneficios nutricionales, el pescado se convierte no sólo en una fuente de refuerzos alimenticios por sus ácidos grasos Omega-3, sino también en un complemento ideal para prevenir riesgos de infarto cerebral.
Puede parecer un tópico, pero una dieta sana y equilibrada, capaz de reportar efectos positivos sobre la salud, no puede prescindir del pescado, cuyos beneficios nutricionales y dietéticos son suficientemente conocidos. No en vano sus ácidos grasos Omega-3 han sido asociados a un sinfín de refuerzos alimenticios saludables.
Así, el consumo de pescado azul puede ser bueno para aliviar los síntomas de enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide, gracias a las prostaglandinas, unas sustancias antiinflamatorias contenidas en los Omega-3.
Estudios como el realizado por el Instituto Paterson de Investigación contra el Cáncer de la Universidad de Manchester (Inglaterra) y publicado por el British Journal of Cancer, relacionan también el consumo de Omega-3 con un menor riesgo de padecer algunos tipos de cánceres, como pueden ser el cáncer de mama, páncreas, colon y próstata.
Según los investigadores, mientras las células cancerígenas utilizan las grasas Omega-6 como fuente de energía para seguir creciendo, las grasas Omega-3, por el contrario, obstaculizan este proceso.
Se aconseja también la ingesta de pescado en el embarazo, la lactancia y la infancia, ya que los ácidos grasos Omega-3 forman parte de las membranas celulares, el sistema nervioso y la retina. Además, el feto necesita entre 50 y 60 miligramos por día de estos ácidos durante el tercer y último trimestre, periodo en el que se acumulan en los tejidos, especialmente en el sistema nervioso.
Así, el consumo de pescado azul puede ser bueno para aliviar los síntomas de enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide, gracias a las prostaglandinas, unas sustancias antiinflamatorias contenidas en los Omega-3.
Estudios como el realizado por el Instituto Paterson de Investigación contra el Cáncer de la Universidad de Manchester (Inglaterra) y publicado por el British Journal of Cancer, relacionan también el consumo de Omega-3 con un menor riesgo de padecer algunos tipos de cánceres, como pueden ser el cáncer de mama, páncreas, colon y próstata.
Según los investigadores, mientras las células cancerígenas utilizan las grasas Omega-6 como fuente de energía para seguir creciendo, las grasas Omega-3, por el contrario, obstaculizan este proceso.
Se aconseja también la ingesta de pescado en el embarazo, la lactancia y la infancia, ya que los ácidos grasos Omega-3 forman parte de las membranas celulares, el sistema nervioso y la retina. Además, el feto necesita entre 50 y 60 miligramos por día de estos ácidos durante el tercer y último trimestre, periodo en el que se acumulan en los tejidos, especialmente en el sistema nervioso.
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